En mi opinión, la ley del deporte y el reglamento de la RFEF debería ser más dura contra la violencia en las gradas y otorgar mayor poder a los árbitros en el fútbol formativo. Al fin y al cabo, el fútbol, y más en esas edades, tiene una función de bienestar y disfrute, principalmente, y no debe realizarse en ambientes tóxicos, en los que la violencia parece normalizada. Por eso, ante estas actitudes, las sanciones deberían ser claras, firmes y efectivas de verdad, protegiendo también la figura del árbitro, que muchas veces está indefenso, como yo mismo he podido comprobar con un familiar que se dedica a ello. Como han dicho varios compañeros, son una parte más del juego y por ello mismo hay que respetarlos. Y una mayor autoridad de los árbitros no debe entenderse como un exceso de poder, ya que siempre la finalidad es la protección de los niños y que los valores del deporte no se esfumen.