Desde mi punto de vista, ambos aspectos son necesarios, pero si tuviera que elegir uno como prioridad en el deporte base, elegiría los valores.
Los niños que empiezan a jugar no solo están aprendiendo a dar pases o a controlar un balón; están aprendiendo a relacionarse, a convivir en grupo, a manejar la frustración y a respetar normas y personas. Todo eso forma parte del proceso educativo que ofrecemos desde el deporte.
La técnica se mejora con repeticiones, tiempo y correcciones. Pero los valores necesitan ser sembrados desde el primer día, porque son la base de la actitud con la que se entrena y se compite.
He visto casos de jugadores muy buenos técnicamente que no aceptaban errores, culpaban a los demás o no sabían perder. Y también he visto jugadores con menos talento técnico, pero con una actitud ejemplar que les ha permitido crecer más y mejor con el tiempo.
Por eso creo que el verdadero objetivo de un entrenador en estas etapas es formar personas antes que deportistas. Si conseguimos eso, la técnica llegará y se desarrollará con más facilidad y compromiso.